La evaluación inicial: quiénes son nuestros estudiantes y qué saben hacer

La evaluación inicial: quiénes son nuestros estudiantes y qué saben hacer

Un nuevo cursos escolar, el gran reto es hacer un diagnóstico inicial, mismo que no sólo debe centrarse en determinar lo que saben y lo que no saben nuestros estudiantes

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Vol., 02 2009/08

Calidad Educativa Consultores S. C. te da la más cordial bienvenida  a nuestro boletín de información cuyo objetivo es difundir reflexiones e ideas sobre la práctica educativa. En este número abordamos el tema de la evaluación inicial para determinar quiénes son nuestros estudiantes y lo que saben hacer. Este documento es gratuito y se puede distribuir de manera libre siempre y cuando se cite la fuente y se reproduzca respetando la intención original de la autora.

La evaluación inicial: quiénes son nuestros estudiantes y qué saben hacer

Dra. Laura Frade Rubio (R)

Cuando empieza un nuevo cursos escolar, el gran reto es hacer un diagnóstico inicial, mismo que no sólo debe centrarse en determinar lo que saben y lo que no saben nuestros estudiantes, sino que debe buscar, además, conocerlos para iniciar una relación con ellos y ellas.

Desde el enfoque curricular por competencias, este procedimiento se complica también porque debemos identificar lo que saben hacer con los conocimientos con los que cuentan en los diferentes contextos en los que se mueven. Llevar a cabo este proceso incluye la aplicación de una serie de técnicas y de instrumentos cuyo quehacer central es el de recopilar el máximo de información posible sobre las necesidades de nuestros estudiantes tanto a nivel cognitivo, como afectivo y motriz.

Tradicionalmente esto se había hecho mediante un examen diagnóstico con el cual los docentes nos dábamos una idea de los conocimientos previos con los que inician el curso escolar. Lo que implicaba la elaboración y aplicación de reactivos con preguntas sobre sus conocimientos. En algunos planteles se aplicaban además pruebas psicométricas de habilidades, y dependiendo del docente en turno, se realizaban dinámicas con las cuáles se podía conocer “algo más”, su temperamento, carácter o intereses.

Sin embargo, el reto que imponen estas tradicionales técnicas es que no se evalúa lo que los estudiantes saben hacer en diferentes condiciones, pero además quiénes son y cómo los procesos afectivos pueden afectar o no el proceso de aprendizaje que se llevará a cabo a lo largo del año.

Por esta razón, la evaluación inicial por competencias utiliza varias técnicas, mismas que deben recopilar la evidencia que permita identificar de una manera más compleja todo lo que un estudiante es y trae consigo para salir adelante en el momento, o bien lo que requiere desarrollar para la vida si no cuenta con ello.

De entrada, se pueden aplicar técnicas proyectivas, mismas que consisten en la elaboración de productos que permitan que el estudiante despliegue varios conocimientos a la vez en la resolución de algo. Piénsese por ejemplo, en la elaboración de un ensayo o una composición sobre uno mismo, en el que cada quién describa lo que piensa que es, quiere, sueña, le interesa, valora  y lo que  no le gusta, o bien con qué animal, película o artista de cine se identifica. Esto nos brindaría información sobre la capacidad para elaborar textos por parte del estudiante, pero también sobre su persona, sus necesidades, actitudes y principios. A los alumnos y alumnas más chicos se les podría pedir una secuencia de dibujos, un por día, por ejemplo uno en el que expresen cómo son, cómo se ven a sí mismos, mientras que al día siguiente se les pide dibujen a su familia y el tercero a su perro y árbol favorito. Estas actividades permitirán identificar tanto sus habilidades, como lo que conoce y siente sobre sí y el entorno que le rodea. El asunto es que de inicio estemos solicitando productos con los que podamos determinar el nivel de desarrollo de ciertas competencias, así como el estatus afectivo en el que se encuentra, porque lo que hoy sabemos es que aquel que está deprimido o no se siente bien consigo mismo no aprende de la misma manera que el resto.

Otra acción para evaluar, una vez realizada la anterior, puede ser la aplicación de una situación didáctica compleja, por ejemplo, la elaboración de un proyecto o bien la resolución de un caso o problema de manera que el conflicto a resolver esté centrado en el uso de los conocimientos matemáticos y de ciencias, con los cuáles se pueda a su vez determinar no sólo qué tanto sabe el estudiante, sino también qué sabe hacer con lo que aprendió en los cursos pasados. Por ejemplo, si el niño o niña ingresa a 3o de primaria, cuando ya sabe leer, escribir, y los números del 1 al 1000, se le podría poner la elaboración de un proyecto sobre la organización de la tienda escolar, de manera que se determine en qué medida movilizan sus saberes en una situación concreta.

Para terminar, se puede además aplicar un examen, diseñado con casos y problemas de la vida real, en el que los estudiantes demuestren lo que saben hacer. Por ejemplo, un caso sería, contar una historia desagradable sobre algo que sucedió en las vacaciones, como que un niño se perdió en su viaje al mar, por lo que tuvo que trabajar para regresar a su casa en camión. La solución deberá estar centrada en identificar cuánto necesita laborar por día para ganar el sustento y ahorrar para el camión, desde ese puerto hasta su ciudad de origen, realizando además otras actividades vinculadas como escribir una carta señalando dónde está y el tipo de alimentos que podría consumir para no desnutrirse. De esta forma, al resolverlo, aplicarán sus conocimientos matemáticos, lingüísticos y de ciencias.

Como se observa, la evaluación inicial por competencias no sólo buscará identificar qué tanto saben los estudiantes sino también, cómo usan lo que saben y con qué actitudes y valores. La idea desde el principio es centrarnos en que los estudiantes utilicen todos los recursos que poseen para trabajar y salir adelante, conceptualización diferente al paradigma previo o tradicional en el que sólo nos preocupábamos por verificar las lagunas en el plan de estudios del grado anterior.

Aunque parece un proceso complicado y que implica más trabajo para el docente, la realidad es que es más integral, aporta mucho más información y permite además lograr una mejor relación con los estudiantes, puesto que sí lo que ponemos desde el principio es interesante y motivante para ellos y ellas, vendrán con gusto a nuestro salón.

Iniciemos este curso escolar con muchas novedades, porque lo nuevo genera interés, el interés motivación, y la motivación el uso del conocimiento en la resolución de los múltiples problemas que nos aquejan.

Referencias

-Frade Laura, Desarrollo de competencias en educación, desde preescolar hasta bachillerato, Mediación de Calidad S. A. de C. V., México, D. F., 2008.

-Frade Laura, Evaluación por competencias, Mediación de Calidad S. A. de C. V., México, D.F., 2008. 

Sabías qué…

La competencia empática del educador consiste en la capacidad que tiene un docente para comprender las necesidades psicoafectivas, motrices y cognitivas de sus estudiantes de manera que al hacerlo detecta lo que necesitan aprender. Esta detección lo lleva a tener una intención, un propósito educativo hacia con ellos, misma que logra generar una reciprocidad por parte de sus alumnos y alumnas, es decir una respuesta a sus deseos instrucciones y procesos, por lo que se establece una relación. Por el lado del docente se ejerce un liderazgo propicio, por el lado del estudiante el seguimiento necesario para aprender lo que el líder, el docente ha dispuesto.

La empatía por tanto no es sólo comprender y ser empático con el otro, no es tampoco caerle bien, es despertar en el estudiante la admiración necesaria, la aceptación de que lo que proponga el docente le interesa porque lo reconoce como un líder, como su maestro.    

Recuerda: los mejores docentes son líderes de sus estudiantes.

Referencia

– Frade Laura, Inteligencia educativa, Mediación de Calidad S. A. de C. V. , México, D. F. , 2008.

Tips del mes

Con el objeto de constituirte desde un inicio en el líder de tus estudiantes realiza lo siguiente:

1. Muéstrate seguro de ti mismo, de lo quieres y esperas de ellos y ellas, la seguridad genera confianza.

2. Aprende sus nombres, conócelos de cerca, identifica intereses, motivaciones, gustos, así como objeciones y respétalas. 

3. Establece las reglas claras desde el principio, lo que quieres que hagan, lo que esperas de ellos. Define las actividades y acciones ampliamente permitidas, las que pueden ser negociables y las que definitivamente están prohibidas. Elabora un reglamento con base en ello y cúmplelo. Ni el reglamento ni las reglas son negociables, los premios y las sanciones pueden serlo dependiendo de las condiciones, el contexto y las personas, siempre y cuando no se rompa la regla previamente establecida.

4. Señala siempre el rumbo, lo que quieres que se haga y cómo se haga, no es un asunto de ser autoritario, es sólo tener bien claro hacia dónde quieres llegar, hacia dónde te diriges, puedes negociar el cómo, pero no el fin definitivo que es desarrollar las competencias de tus estudiantes.

5. Se amable pero firme, tranquillo pero claro y directo, respetuoso pero no te dejes, establece tus propios límites y si te equivocas reconócelo y pide una disculpa, ¡lo más grave no es haber caído sino seguir en el suelo!

¡Recuerda que enseñar es una relación de aprendizaje, aprende el estudiante, pero tú también!

Calidad Educativa Consultores S. C. es una empresa que busca impulsar la calidad en la educación desde la perspectiva del fortalecimiento y actualización de lo procesos de intervención educativa, pedagógica y didáctica que los y las docentes, sus directivos y supervisores realizan buscando responder con ello a las necesidades y el contexto del Siglo XXI. ¡Contrata nuestros servicios!

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