Vol.: 4, 2011/22
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En este número abordamos el tema de: Las habilidades de pensamiento necesarias en el Siglo XXI, mediante el cual buscamos identificar cuáles son las habilidades que deberán desarrollar los estudiantes para enfrentar lo que les espera a lo largo de su vida.
Este documento es gratuito y se puede distribuir de manera libre siempre y cuando se cite la fuente y se reproduzca respetando la intención original de la autora.
Las habilidades de pensamiento del Siglo XXI
Dra. Laura Frade Rubio©
Una habilidad de pensamiento es una acción que llevamos a cabo para entrar en contacto con el mundo interno o externo, comprenderlo y transformarlo como puede ser el hecho de conocer algo, o bien de nombrarlo, identificar sus partes, separarlas, clasificarlas, organizarlas, para luego relacionarlas y establecer una síntesis sobre ellas a partir del patrón que las une. Con dichas habilidades entonces también podemos crear nuevos productos, o bien elaborarlos y satisfacer así nuestras necesidades.
Las habilidades de pensamiento son las que nos permiten aprender, es mediante ellas que podemos adquirir conocimiento pero también usarlo para resolver problemas o bien para enfrentar las diferentes demandas del entorno.
Históricamente dichas habilidades han ido evolucionando, no sólo en términos de lo que inicialmente los seres humanos hacíamos como identificar las diferencias entre los objetos para nombrarlos lo que sucedió en la medida en que desarrollamos el lenguaje, luego nos concentramos en el matiz que se daba como distinción entre un objeto y otro y aprendimos a analizarlos de manera que fuimos haciendo organizaciones y clasificaciones cada vez más complejas de los objetos que vislumbramos en el mundo. Posteriormente comenzamos a crear e inventar objetos para satisfacer nuestras necesidades: del piso pasamos al banco, del banco a la silla, al sillón, etcétera. Es decir que las habilidades de pensamiento fueron desarrollándose en la medida en que las diversas culturas lo hicieron, de manera que algunas desarrollaron más unas capacidades que otras, así algunas desarrollaron la lengua escrita lo que les permitió avanzar en el análisis de textos, mientras que otras le apostaron al movimiento, lo que les permitió contar con habilidades de pensamiento más centradas en la precisión del mismo para llevar a cabo acciones como cazar, por ejemplo.
El asunto es que existe un paralelismo entre lo que cada cultura lleva a cabo y el tipo de habilidades de pensamiento que desarrolla. W. H. Rivers en 1901, frente a la observación de que los pueblos considerados como primitivos en su época tenían una mejor percepción visual y auditiva que los pueblos “civilizados europeos” llevó a cabo varios experimentos para comprobarlo. Por ejemplo, estudió la percepción visual de 170 nativos del Estrecho de Torres en Australia y los comparó con un pueblo de pescadores de Heligoland, una isla de la costa alemana, para lo cual estudió a 100 sujetos. A ambos grupos les presentó la misma prueba que consistió en identificar la letra E, ubicada en distintas posiciones y a diferente distancia como si fuera una prueba de visión. Cuando las personas no sabían leer y escribir, les daba un modelo que les presentaba para su comparación, lo que media era si podían identificar la letra a pesar de la distancia. El resultado fue que los nativos obtuvieron un mejor resultado que los europeos, siendo de 2 a 1.1 para los australianos, frente a 1.77 a 1 de los alemanes (Chamberlailn, Tyler 1965 citado por Cole) Otro experimento que demuestra las diferencias culturales fue el realizado en 1932 por Barlet, quien llevó a cabo estudios sobre la memoria de los suazi en África Oriental, para lo cual estudió lo que podían recordar sin saber leer y escribir. Él describe cómo un pastor era capaz de recordar a detalle las compras de 12 vacas que había hecho el granjero un año antes, desde señalar el color, la edad, el peso, las características de cada animal, los dueños anteriores hasta el costo de las mismas, aunque él no había hecho la transacción, asunto que comparó con el registro del dueño. En toda la descripción sólo tuvo dos errores. Barlet sostenía que la memoria se organizaba de acuerdo con lo que era importante en la colectividad y la cultura de una persona, es decir que se memoriza lo que resulta prioritario; ya que en un pueblo de pastores, recordar estos datos resulta crucial para la sobrevivencia (párrafo tomado de: Curso de habilidades de pensamiento, elaborado por la autora para SEP, Frade 2010).
La pregunta es entonces, sí la cultura impacta el tipo de habilidades de pensamiento que se desarrollan y sí ésta evoluciona de forma más rápida que antiguamente, es decir que lo que se desarrollaba antes no resulta suficiente para salir adelante, ¿qué tipo de habilidades son necesarias para enfrentarlo?
Para empezar sería necesario identificar cuáles son las habilidades de pensamiento que culturalmente se priorizaban en el Siglo XX. De entrada y por observación podemos decir que básicamente dos: el análisis y el pensamiento crítico, mismos que van de la mano. Es decir que educativamente le damos mucho más valor a la separación de las partes de un fenómeno, hecho o evento identificando que las separa, cómo se contraponen y qué les falta, que a la elaboración de una síntesis en donde lo importante más bien es que une a las partes, cuál es el patrón de relación, cómo coexisten y de ahí cómo se pueden reelaborar para hacer propuestas. Es decir que tendríamos que pasar del pensamiento analítico y crítico al pensamiento sintético, propositivo y creativo. Esto no excluye para nada el pensar críticamente, lo incluye, pero no sólo, va mucho más allá, puesto que brinda la posibilidad de crear y hacer propuestas.
¿Por qué es necesario dar el salto? Puesto que el Siglo XXI cuenta con varios fenómenos que no teníamos antes:
1. La producción basta, continua, sistemática y asistemática de información sobre una multiplicidad de temas que se lleva a cabo desde diferentes perspectivas, a la velocidad de la luz y en una modalidad de fácil acceso por parte de quién sea a través de los medios electrónicos, el papel impreso y en general de los medios de comunicación.
2. Los múltiples problemas que nos aquejan, que sí bien no son nuevos y los hemos enfrentado históricamente como lo son la pobreza, el deterioro ambiental, las guerras fratricidas que se llevan a cabo desde el aire y los satélites, y las crisis financieras en las que la gente puede perderlo todo de la noche a la mañana. Dichos problemas hoy se han agudizado a tal punto que ponen en juego la existencia de la vida humana, tal y como lo fue el caso de Japón, un país del primer mundo, rico y exitoso, que en una semana perdió todo.
3. La democratización de la toma de decisiones a nivel político en la mayoría de los países del mundo de manera que hoy puede gobernar la izquierda o la derecha y luego cambiar mediante el voto libre y popular, al mismo tiempo que se recrudece la violencia desde los niños, niñas y jóvenes hasta los adultos. Lo que implica que tenemos que aprender a vivir con nuevos valores como lo son la tolerancia y aceptación frente a la diferencia, la diversidad y la multiplicidad de estilos de vida que tal vez no sean los nuestros ni los más aprobados pero al fin y al cabo están ahí y debemos vivir con ellos. El perdón frente a los hechos más crudos, la amistad que se construye entre diferentes que no entre iguales, la honestidad que no emerge de la perfección que raya en la soberbia, sino de la debilidad, de esa aceptación de que todos somos ambivalentes, de que tenemos cosas buenas y malas a la vez, coexisten en lo más profundo de nuestro ser, por lo que lo importante es reconocer lo que nos limita y superarlo reconociendo nuestros errores.
4. El cambio permanente que se da en cualquier evento, fenómeno o situación que se presenta en el entorno, de manera que lo que hoy es mañana tal vez ya no sea ni ecológicamente, ni democráticamente, ni mucho menos a nivel social, económico, político y ético.
Estos tres hechos contundentes ponen sobre la mesa la necesidad de desarrollar las habilidades de pensamiento que antes no teníamos, o bien sólo las tenían algunos pocos, entre ellas:
1. La síntesis, entendida como la capacidad para sumar las partes, para identificar lo que las une, lo que las relaciona, el patrón que se repite y hace de un conjunto de elementos, un todo unido. Esta habilidad resulta básica en el Siglo XXI porque la información sobre un solo tema es basta, emerge de varias perspectivas, dimensiones y disciplinas, así la célula puede ser vista desde la biología, pero también desde la química, la medicina o el arte. Más aún, basta con buscar sobre esto en el Internet para que aparezcan 8,360,000 resultados, en donde la pregunta que emerge es: ¿qué se quiere de todo esto? Y una vez que se ha encontrado: ¿a quién le creo, qué información es válida, objetiva y confiable? ¿Cómo puedo relacionar lo que encuentro en estas diferentes partes en un patrón que se repite y que me lleva a elaborar una síntesis que considera la unicidad pero también la diversidad? Esto implica romper con el viejo paradigma en el que sólo analizamos las partes sin ver cómo se unen y cómo y por qué coexisten, porque si una existe es porque la otra existe.
2. La flexibilidad que consiste en la capacidad que tenemos para modificar los esquemas de conocimiento previos, modificando substancialmente nuestro pensamiento, actitud y sobre todo desempeño, de manera que podamos aceptar lo nuevo, desde los cambios que suceden en la tecnología hasta los que se generan en el entorno de manera constante adaptándonos a ellos, comprendiéndolos o bien transformándolos cuando no estamos de acuerdo con ellos.
3. La habilidad para resolver problemas, que implica la posibilidad de que cuando se enfrentan nudos, retos o dificultades, demandas que generan insatisfacción, tristeza, peligro, daño o bien consecuencias negativas, el sujeto cuente con la habilidad para saber que hacer identificando las variables que participan, así como la elaboración de un plan de acción que lo lleve a resolver lo que enfrenta mediante diversas estrategias. Esto implica salir de la vieja y arcaica posición en la que mencionamos y decimos cuál es el problema, pero nunca señalamos cómo resolverlos. Es decir que la resolución de problemas incluye algo que hace muchísima falta: la capacidad de trabajar el cómo. Es muy común escuchar conferencistas o bien grandes líderes que señalan cuáles son los problemas que nos aquejan, pero nunca dicen cómo se hace aquello que proponen. Por ello, esta habilidad implica identificar el nudo, el problema, pero también como se ataja, las dos cosas resultan prioritario.
4. La creatividad entendida como la capacidad de crear e inventar nuevos productos, alternativas, ideas o estrategias de manera original y única, de tal forma que cuando el sujeto o su comunidad enfrenten una necesidad pueda ofrecer algo nuevo que ha sido creado por él o ella para salir adelante.
5. La habilidad para proponer entendiendo esto como la habilidad para vislumbrar nuevos caminos frente a los que se observan, identificando salidas que los otros no ven, señalando rumbos diferentes, alternos a los que se identifican como solución a ciertos problemas, lo que implica ir más allá de la crítica, de decir lo que está mal para señalar lo que se debe hacer en la práctica.
6. La resiliencia que consiste en la capacidad para superarse frente a la adversidad, identificando lo que se debe superar, diseñando la estrategia para lograrlo, poniendo y consiguiendo los medios que se requieren para hacerlo y sobre todo incluyendo el valor de la persistencia para llegar a la meta.
7. La asertividad que se define como la capacidad para decir lo que se siente en el momento oportuno sin ofender ni hacer daño impulsando un proceso de comprensión por parte del otro. Esta habilidad resulta en un cambio cultural en nuestro país, porque se nos ha educado a dar rodeos, a no decir lo que queremos o sentimos porque se considera falta de educación, por lo que se nos inculca el silencio, callar a costa de lo que sea y hasta sonreír aceptando lo que nos molesta.
8. La negociación, que consiste en impulsar un proceso en el que dos partes ponen sobre la mesa lo que quieren, por más disímbolo o contrario que sea para luego tomar acuerdos sobre la base de una sola regla: las dos partes tienen que salir ganando, es decir, lo que se pacta implica un proceso de ganar – ganar. Esto modifica la lógica anterior porque siempre partimos de la idea de que una parte debe ganar y la otra debe perder, lo que no nos lleva a procesos de negociación sino a conflictos que se arreglan por la fuerza. En el Siglo XXI, el que no sabe negociar no podrá salir adelante, porque en una sociedad democrática en la que todo el mundo entra con sus propios intereses, y en una economía de mercado en la que lo que se produce se busca vender, los sujetos deberán negociar sus propios intereses.
Como se observa estas habilidades de pensamiento no son sólo cognitivas, también son afectivas, como lo pudiera ser la resilencia, la asertividad y la negociación, todas ellas se llevan a cabo en el mismo lugar en el cerebro: en los frontales, y aunque utilizan la amígdala cerebral para llevarse a cabo, por definición son acciones que llevamos a cabo para transformar el mundo.
Cualquiera pudiera decir que estas habilidades son competencias, pero no es así, porque les faltan los otros elementos que requiere dicha competencia para serlo, como lo sería el contexto en el que se llevan a cabo, y el conocimiento que utilizan. Así, no es lo mismo negociar en Naciones Unidas para que no se lleve a cabo una guerra, que negociar en el mercado para conseguir un mejor precio.
Obviamente que hay más habilidades de pensamiento que desarrollar en el Siglo XXI, pero éstas son las que la autora de este artículo vislumbra como necesarias a desarrollar en el aula. Si se es coherente con lo que se escribe se debería señalar ahora cómo se desarrollan en los estudiantes. Desde una perspectiva de la psicología de aprendizaje podemos afirmar que se desarrollarán sí y sólo sí el estudiante enfrenta situaciones en las cuáles deba: sintetizar, resolver, proponer, crear, desplegar su asertividad, superar lo que se enfrenta y negociar. Es decir que cuando se lleve a cabo un proyecto, un caso, un experimento, una unidad de investigación con hipótesis a comprobar, el docente deberá integrar actividades que lo lleven a impulsarlas, es decir que para desarrollarse, el docente deberá integrarlas en su planeación, ejecución y evaluación.
Bibliografía
– Cole, Michael, Psicología y cultura, Editorial Morata, Madrid, España, 2ª edición, 2003.
– Frade Laura, Déficit de Atención e Hiperactividad, Fundamentos y Estrategias para el manejo docente en el salón de clase, México, D.F. 3a. edición, México, D. F.
– Frade Laura, Desarrollo de competencias en educación, desde preescolar hasta bachillerato, Mediación de Calidad, México, D. F., 3a Ed., 2009.
– Frade Laura, Módulo de habilidades de aprendizaje, Guía del Participante, SEP, México, D. F., 2010.
– Gardner Howard, Cinco mentes para el futuro, Paidós, 2008.
Sabías qué…
1. Las habilidades de pensamiento son:
a) Neurológicas: sensación, percepción, atención, memoria y funciones ejecutivas que son las que nos llevan a elegir un estímulo, planear, ejecutar y evaluar la acción sobre el mismo, anticiparse a lo que sigue, regular los sentimientos que emergen en el proceso, y controlar los movimientos que hacemos, es decir la autorregulación y el autocontrol.
b) Habilidades de pensamiento básicas: que fueron inicialmente mencionadas como verbos para diseñar objetivos en la Taxonomía de Bloom como lo son: conocer, comprender, analizar, sintetizar y evaluar pero que hoy se identifican como acciones básicas del pensamiento.
c) Habilidades de índole superior que incluyen: la toma de decisiones en escenarios complejos, la interpretación y la inferencia, la propuesta, creación, resolución de problemas, y otras de índole afectivo como lo son la asertividad, la negociación, y la resiliencia.
2. Las habilidades de pensamiento se desarrollan por la acción, es decir que un estudiante sólo podrá desplegarlas en la medida en que las ejecute. Así sí sólo aprende a analizar, pues eso hará.
3. Las habilidades de pensamiento son cognitivas y afectivas, y es la participación de ambas la que nos hace producir conocimiento. Es decir, que un sujeto es capaz de construirlo porque piensa, razona, conoce, analiza y sintetiza los elementos del objeto de conocimiento pero también existe un interés por hacerlo, un gusto que le hace querer aprender y conocer.
4. Las habilidades de pensamiento tienen un sustento neuropsicológico, es decir que cuentan con una base neurológica que las produce tanto porque se llevan a cabo en lugares específicos del cerebro como porque utilizan ciertos neurotransmisores para llevarse a cabo, así un exceso de la dopamina produce una conducta agresiva y psicosis, pero un leve exceso de la misma lleva al sujeto a ser creativo.
5. Para que un cerebro funcione de manera correcta hay que promover una alimentación adecuada pero además debemos promover su ejercitación de manera constante, es como un músculo, mientras más acción estará en mejores posibilidades de enfrentar el medio. De ahí que los estudiantes deban enfrentarse a situaciones en las que necesariamente deban utilizar sus habilidades de pensamiento.
Bibliografía:
– Frade Laura, Competencias en la educación especial y en la inclusión educativa, México, D. F., 2011.
– Frade Laura, Desarrollo de competencias en educación: desde preescolar hasta bachillerato, Mediación de Calidad S. A. de C. V., México, D. F., 2011.
– Frade Laura, Curso sobre habilidades de pensamiento, SEP, México, 2010.
Tips para desarrollar las habilidades de pensamiento en el aula
1. Cuando planees tu clase identifica claramente en qué momento deberán desarrollar el análisis, la síntesis, la resolución de problemas, la creatividad, asertividad, negociación, etc. Inclúyelas de manera consciente en los procedimientos que realizas.
2. Establece situaciones didácticas mediante las cuales se vean forzados a pensar, no es un asunto de facilitar, es enfrentarlos a contextos y demandas complejas en los que necesariamente tengan que adquirir el conocimiento pero también pensar para saber qué hacer. Esto obviamente incluye la aplicación de estrategias que van desde las lecturas, el análisis de las mismas al clasificar la información y organizarla en esquemas y mapas conceptuales, pero también incluye la elaboración de escritos que son propios como los ensayos en los que el estudiante establece una hipótesis y la comprueba con argumentos.
3. Incluye la realización de proyectos nuevos y novedosos que no tengan como resultado el mismo producto en todo el salón, como cuando se les pide que elaboren una cartulina en la que todos y todas escriben lo mismo. Mejor solicita la realización de cosas nuevas, como lo sería: elaborar un video con un documental sobre los problemas ambientales de la comunidad utilizando el teléfono celular de manera que sólo podrá durar algunos minutos. Esto obligará a la creación pero también a la síntesis, es decir a brindar la información que resulta relevante en poco tiempo, lo que los obligará a sintetizar. El asunto es que mediante los proyectos, casos, experimentos e investigaciones en las que tengan que demostrar una hipótesis, los estudiantes se vean obligados a desarrollar la síntesis, la creación, la propuesta, etc.
4. No aceptes como suficiente el análisis y la crítica, estos son sólo los primeros pasos, recuerda que no sólo hay que criticar, si bien esto es necesario debemos llegar a desarrollar la resolución, la propuesta y la creatividad, esto pasa porque si los estudiantes critican algo necesariamente deberán señalar cómo se pudiera hacer mejor, es la demanda del docente la que crea una respuesta por parte del estudiante. El desarrollo de las habilidades de pensamiento es un asunto relacional: lo que se pida en el aula de manera constante académicamente es lo que se desarrolla en nuestros niños, niñas y jóvenes: sí dictas serán buenos para tomar dictado, si los llevas a pensar serán excelentes pensadores y actores de transformación.
5. Concéntrate también en impulsar las habilidades de pensamiento afectivas, impulsa situaciones en las que se vean obligados a decir de manera asertiva lo que no les gusta, sin herir ni ofender al otro, o bien en las que se vean obligados a negociar, como cuando se hace un debate sobre un tema específico, en lugar de sólo poner a discutir por equipos a los estudiantes a favor y en contra, incluye un momento en dónde una vez que han señalado sus argumentos tengan necesariamente que negociar y acordar un punto de vista único en el que las dos partes se sientan satisfechas con el acuerdo tomado.
Bibliografía:
– Frade Laura, Diseño de situaciones didácticas, Mediación de Calidad S. A. de C. V., México, 2011.
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